El complot arbóreo / Eloi Yagüe / Microrrelato ganador del Concurso Ciudad de Manises 2023




Los árboles nos miran, saben dónde estamos, lo saben todo de nosotros pues están ahí desde antes de que naciéramos. Nos tocan con sus ramas, que son como brazos, sus hojas que son dedos; nos miran desde los ojos de sus ramas amputadas para saber si les llevamos vida o dolor. Siempre los hemos subestimado pero nos reencontraremos con ellos cuando volvamos a ser la tierra de donde venimos y sus raíces nos rodeen y aprisionen por toda la eternidad.

La ceiba está embarazada. No sé cómo ocurrió. Su barriga crece semana a semana. ¿Cuánto dura la gestación en esta especie? Han pasado ya tres, cuatro meses. Ayer fui a verla y ya no tenía barriga.

El árbol que veo a través de mi ventana ayer no estaba aquí.

El bosque se ha ido acercando a mi casa un poco más cada vez. Mi cabaña está hecha de viejos troncos que gimen cada noche sin consuelo. El sonido de la brisa pasando entre las hojas es una forma de comunicarse. Sus pares vienen a rescatarlos. Calculo que en breve el bosque habrá cubierto la cabaña, la madera volverá a su origen, el humus.

Los árboles son los habitantes más inteligentes del planeta. Las raíces forman tramas, redes solidarias. Se comunican todo el tiempo. Saben perfectamente ubicar a sus amigos y a sus enemigos. Aquel día fui al bosque a practicar mi afición predilecta. Llevaba un bidón de gasolina y un mechero. Me dio por abrazar un árbol a modo de broma cruel. Sentí dolor al hacerlo y cuando me retiré, yo sangraba: al tronco le habían salido grandes espinas que se hincaron en mi carne.


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